Aracelis Quezada, alumna de República Dominicana becada por FUNIBER de la Maestría en Educación, opina sobre su experiencia estudiando a distancia
“Una utopía hecha realidad”
Me llamo Aracelis Quezada y soy de República Dominicana, vivo en Sánchez en la zona rural del país.
Mi período educacional se inició hace 30 años, cuando yo contaba con 7 años de edad (en ese entonces los niños ingresaban a las escuelas a partir de esa edad). Asistía a una escuelita construida de madera, con el techo de hojalata y sin divisiones en su construcción; por ser la única escuela en los alrededores ésta era una escuela de multigrados y solo impartían docencia hasta el 3er grado. A partir de ahí, los estudiantes debían pasar a otra escuela.
Recuerdo mi primera maestra, una perfecta tradicionalista, siempre con una vara en las manos que era el instrumento con el que se castigaba a los estudiantes, la forma que ella usaba para castigar era pegarle esa vara de madera, plana, en la palma de la mano bien abierta de los niños. Por suerte; a mi nunca me pegaron con esa vara, pero sí llegué a ver cómo le pegaban a algunos estudiantes cuando hacían algo que la profesora consideraba que era indebido.
Cursé la primaria, la secundaria y la universidad bajo, no quizás el mismo tradicionalismo, pero sí con el método tradicional.
Una de las razones por la que quise entrar a FUNIBER es porque lamentablemente mi país está colocado en uno de los niveles más bajos en el ámbito educativo, y puedo asegurar que eso se debe a que todavía la mayoría de las escuelas de aquí usan ese método tradicional, que incluye, la vara de madera. No sé si yo puedo ser capaz de erradicar eso, pero quiero que con mi granito de arena se haga la diferencia.
Cuando entré al campus virtual de FUNIBER por primera vez, me sentí como el primer día que fui a la escuela, totalmente desorientada, ya que era una experiencia nueva para mi, pero gracias a las facilidades del manejo que brinda el campus, a las instrucciones de los maestros y a las indicaciones que presenta la página, he podido desenvolverme, tal vez no fluidamente, pero ya puedo manejar el campus para lo que necesito hacer dentro de él. Podría decir que si hubo alguna dificultad, la verdad que fue muy mínima.
En mi opinión, estudiar en FUNIBER es algo maravillosamente increíble, hago la comparación de cómo estudié antes y de cómo es el estudio en la campus virtual de la Fundación y me digo ojalá pudiera cursar una vez más la primaria y secundaria pero de esta forma.
Puedo decir que lo que más me gusta, en mi opinión, es la preparación que tienen los facilitadores, siempre he dicho que el maestro bien capacitado, crea alumnos bien preparados.
Me siento muy orgullosa de estar aquí porque sé que mi participación en este curso puede colaborar a que en mi lugar de trabajo disminuya el tradicionalismo y se empiece a crear estudiantes pensantes, reflexivos, autocríticos, capaces de construir sus conocimientos y que adquieran un aprendizaje significativo, gracias a las habilidades que puedo desarrollar aquí, esa utopía (por llamarla así), se puede hacer realidad.
La experiencia con mis compañeros ha sido increíble, la interacción con ellos en los foros es fluida y se torna un debate interesante, por el hecho de que son respetuosos en cuando a las opiniones de cada compañero, pueden aportar a las ideas de cada uno y eso es algo que fortalece y favorece nuestros conocimientos
Ahora estoy de vacaciones, de hecho cuando empezó el curso ya estábamos finalizando el año escolar, pero el entusiasmo que tengo y los conocimientos que hasta ahora he adquirido me llenan de muchas esperanzas para el próximo año escolar. Pienso (y me emociono al pensarlo), en lo entusiasmados que también van a estar mis alumnos, al ver que en sus actividades diarias se van a introducir nuevos métodos.
Esto también me hace pensar que si los estudiantes están motivados y entretenidos en clases no habrá oportunidad para malas conductas dentro del aula. Si soy capaz de reflexionar sobre un tema, de investigar sobre el mismo, de indagar con mis compañeros sobre qué piensan, de socializar con ellos y al final emitir un juicio sobre ese tema, puedo ser capaz también de fomentar eso en mis educandos.
Cuando yo apenas contaba con 12 años de edad, decidí que iba a ser maestra, y no quiero ser una maestra programada para durar 30 años transmitiendo conocimientos, no, quiero ser una maestra que con mi pequeño aporte haga la diferencia en la educación de mi país.
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