Natasha Fuentes, alumna de Ecuador becada por FUNIBER de la Maestría en Bioética, opina sobre su experiencia estudiando una Maestría a distancia
“Osadía, hazaña u oportunidad”
Con un cartón en la mano, un título de médico, «un gran profesional», un 8 de agosto, salíamos 600 profesionales de un auditórium, sin darnos cuenta, que frente 13.000 médicos seriamos como agujas en un pajar.
Postgrados, maestrías, residencias, diplomados serian el único camino para alcanzar una excelencia en academia y grandes oportunidades laborales. Pero ese camino, exigía dinero, exigía traslados, exigía abandono de la familia. Empero, una oportunidad a la vista, algo novedoso, poco conocido dentro del país y aplicable por escasas universidades, un estudio de cuarto nivel online con un comodín: beca.
Era la mejor opción, horarios flexibles y disponibles, junto a la familia, la oportunidad de avanzar en la carrera. Sin darnos cuenta, que exigiría el triple, motivación intrínseca, autodedicación, autodefinición de metas, autosuperación; sin compañeros ni profesores auditando nuestro avance en el pensum académico.
Empezó la osadía, frente a una computadora con una materia muy conocida, Biología del Cuerpo Humano, un repaso, el 0,09% de avance más sencillo del total. Una lluvia de incertidumbre, estrés, alegría, interés, inspiración y asombro cuando abrí el folio de Bases Antropológicas de Ética, la percepción de micropsia aumentaba y de pronto parecía regresar al jardín de infantes donde necesita líneas discontinuas para dibujar un círculo o realizar un análisis antropológico de un problema bioético.
De pronto, realizar la anamnesis, el examen físico, algoritmo diagnóstico y el mejor tratamiento para un paciente no era suficiente, sino visualizar su dimensión psicológica y analizar los problemas bioéticos por los que está cursando y por los que pedía a gritos una atención médica integral.
Un nuevo panorama surgió, el tratamiento del paciente no solo era curarlo o mantenerlo con vida, sino darle una vida con sentido y felicidad según su condición.
El esfuerzo continuaba, cada materia era un reto, cada materia necesitaba una alta tasa de motivación intrínseca e interés, un nuevo enfoque abriría el campo de bioética al tratar cada caso clínico, cada paciente en el consultorio y en sala.
Cada porcentaje de avance significa un tanque lleno de emociones positivas, pero a la vez, mil peldaños más por avanzar.
Finalmente, la osadía culminaba con un ejército de números en el panal y la hazaña iniciaba con un proyecto final de maestría que ejecutar.
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