Víctor Bórquez, alumno de Chile becado por FUNIBER de la Maestría en Comunicación y del Doctorado en Proyectos, explica la experiencia de estudiar a distancia con FUNIBER
Volver a estudiar online
En mi opinión, la educación a distancia representa un desafío, especialmente cuando pasas los 50 años. Un reto, cuando debes autoevaluarte y regresar a esa época maravillosa de sobresaltos y nerviosismo al enfrentarse a exámenes, como un niño iniciando sus estudios.
Teniendo en cuenta estos sentimientos, reincidí en mi deseo por superarme como profesional: después de haber cursado y aprobado satisfactoriamente la Maestría en Comunicación de FUNIBER, ingresé a la experiencia de iniciar un Doctorado en Proyectos, también con la Fundación.
Me sentí nuevamente como ese niño que entra al colegio por primera vez: nervioso al comienzo, tratando de reorganizar mis horarios y mi agenda de trabajo, anhelando el futuro.
Llegó el instante de ir asumiendo nuevas asignaturas y nuevas tareas, mientras los demás me observaban con no poca curiosidad en el devenir diario por el trabajo. Más de una ayuda solidaria, más de una palabra de aliento y la celebración cada vez que se iba cumpliendo un peldaño de esta escalera hacia la nueva meta.
Estudiar a distancia se convirtió, en mi opinión, en un descubrimiento permanente, con ese cosquilleo que provoca el ir superando etapas y que constituye uno de los principales alicientes para continuar.
¡Cuánta expectación al llegar los mensajes del Tutor de FUNIBER! ¡Cuánta satisfacción al ir aprobando cada uno de los diferentes módulos del Doctorado! Porque detrás de este trabajo –a veces con fines de semana completos, restando tiempo a la familia- no solamente se encontraba el placer de la evaluación, sino el saber que se había cumplido con nuestros compañeros del campus virtual, los que dependen de ti en gran medida para el logro de sus propias metas personales.
En todo ese camino, un momento revelador: una tarde se activó un mensaje en mi móvil y apareció el correo de un muchacho joven, mexicano, uno de mis compañeros en el Doctorado en Proyectos de FUNIBER. Una consulta, los saludos de rigor y el compromiso de seguir en contacto.
Lo hicimos. Empezamos a comunicarnos, a comentar sueños y realidades, el significado de volver a estudiar, regresar a plazos y metas. Y en ese ir y venir de mensajes, surgió la persona, el amigo virtual, separado por miles de kilómetros, pero unido por un mismo objetivo, con quien empecé a tender redes de afecto. Y así, poco a poco, fuimos no solamente nutriéndonos de las responsabilidades propias del Doctorado. Lo más importante: logramos crear una amistad, un espacio virtuoso en el cual apareció la confianza y el consejo vital.
Descubrí el mérito adicional de esta experiencia: te permite encontrar seres humanos que anhelan, sienten y sueñan en paisajes y geografías distantes y distintas.
Entendí que eso es lo más relevante de mis estudios a distancia. El resto: trabajo, tesón y futuro.
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